sábado, 10 de mayo de 2014

Gol de Nayim, sol de Nayim. Diecinueve años.

Ha salido el sol. Tenía que ser. Un diez de mayo, todos los diez de mayo tienen un dueño. Un único propietario. Nadie más tiene derecho ni derechos. El Real Zaragoza es el autor de una epopeya que permanecerá suspendida en la mirada de los dioses del fútbol por toda la eternidad. Con razón, con razones. Con todos los versos que el ser humano ha sido capaz de escribir gastados por la inmensidad de aquella noche. Con todos los lienzos que cualquier pintor ha sido capaz de pintar colgados de las paredes de la Historia. Con todas las melodías que músicos de aquí y de allá han sido capaces de componer arrullando las manos blancas de quienes vivieron aquella ascensión a los cielos.

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