sábado, 28 de mayo de 2016

Nadie sabe lo que pasa por la mente de un zaragocista.(Por Erika Insa)


Erika Insa pone en palabras, lo que muchos zaragocistas estamos pasando en estos días:

24 horas. Ese es el tiempo que ha pasado desde que sonó el pitido que indicaba un final más que amargo para un encuentro más que vergonzoso. No es ya el hecho de que el gol te lo metiesen cuando sólo estaban con nueve jugadores, sino el hecho de que el Real Zaragoza se paseó por El Alcoraz como si fuese un fantasma, sin rasmia, sin corazón, sin alma. El himno ensalza unas cualidades que el equipo parece no tener. ¿Dónde está la nobleza, y el valor? ¿Y el orgullo? Probablemente se quedó en los vestuarios del campo del Huesca antes del inicio de una mas que bochornosa segunda mitad.



No estoy aquí para pedir culpables, porque quizá no existen y sólo somos nosotros que nos hemos auto-engañado durante muchos meses. Ni estoy para echarle en cara al equipo que su frustrante actuación me ha traído otra noche más de insomnio. No quiero recalcar de lo que obviamente carecen, ni que su falta de actitud fue muchísimo más preocupante de lo que queremos pensar, especialmente cuando sólo quedan dos partidos. No quiero decir ni un sólo reproche, porque espero que sean lo suficientemente profesionales todos ellos como para hacer una autocrítica y ver en qué fallaron.

Ni vengo tampoco a vender humo y una estúpida ilusión. Pero es que es eso. El fútbol se basa en eso. En ilusiones. En sueños. En esperanzas. En victorias. En derrotas. El Real Zaragoza me sacó los colores otra vez esta temporada ayer por la tarde en una noche que el zaragocismo recordará como aciaga. Sólo cuatro jugadores fueron capaces de acercarse a pedir perdón a una grada devastada (sin tener en cuenta los miles de zaragocistas que sufríamos desde casa). El primer pensamiento que pasó por mi cabeza ayer fue que no iría al partido del domingo, porque no merece la pena, porque yo no pago mi abono cada año para que se vuelvan a reír de mí. Me he despertado, después de haber dormido menos de cuatro horas por un insomnio que sólo el Real Zaragoza es capaz de producirme, organizándome el horario de estudio para poder ir. He escuchado comentarios de “sólo es fútbol, no sé por qué sufres tanto” y de verdad, me quedo sin palabras para explicarlo.


Nadie sabe lo que pasa por la mente de un zaragocista mientras su equipo se está jugando mucho más que un ascenso. Nadie sabe qué pensará cuando frunce el ceño preocupado, enfadado, hastiado, entristecido. Quizá pasen por su mente las grandes noches que ha vivido o le han contado (porque, por desgracia, hace mucho que no vivimos una). Quizá piense que el año que viene no quiere volver a estar en segunda. Quizá simplemente desee que cualquier exjugador, tenga la edad que tenga, se coloque la blanquilla y salte al terreno de juego. Ese zaragocista que ayer veía el partido enfadado, hastiado y resignado, ahora mismo está deseando ir a La Romareda el domingo. Ese mismo zaragocista que el domingo lloró de tristeza en el partido contra el Nástic está preparando su estudio para poder ir al fútbol. Ese zaragocista que ayer miraba desolado un equipo que no reconoce como propio cogerá una camiseta y su bufanda y se sentará en su asiento de siempre, esperando. Siempre esperando. Porque vuelvan las grandes noches, porque su equipo ascienda a Primera, porque el Real Zaragoza vuelva a ser el orgullo de Aragón. Esperará impaciente el pitido que marque el inicio de otro partido más que trascendente y quizá pasará por su cabeza dejarse caer por Palamós en el final de temporada. Quizá anime hasta dejarse la voz o simplemente observe el terreno de juego. Pero lo que seguro pasará por su cabeza es el mismo deseo que late en los corazones de todos y cada uno de los zaragocistas. Ascender.



Porque somos todo contigo pero absolutamente nada sin ti, porque te queremos más de lo que demostramos muchas veces pese a lo difícil que nos lo pones, porque te ayudamos a levantarte cuando te caes, porque lloramos contigo y sonreímos contigo, porque caminamos a tu lado y no importa en qué situación te encuentres, porque siempre estaremos junto a ti, porque no sabemos concebir el fútbol de otra forma. El domingo nos jugamos más que un ascenso. Y el equipo, ese equipo que ayer hizo el ridículo, te necesita. No le dejes solo cuando más lo necesita, el amor es así de difícil de entender. Es así de volátil, así de doloroso, así de orgulloso y así de maravilloso.

ERIKA INSA

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