martes, 21 de febrero de 2012

El Real Zaragoza firma (otra vez) su certificado de defunción.

Llevaba tiempo, mucho tiempo sin pasarme a escribir sobre el equipo de mi vida, ese que me hace reír, llorar y sufrir.Ver a este equipo jugar me quitaba las ganas de escribir y de vivir. Un equipo sin alma, que se arrastraba por el campo, sin generar nada y sin ser un rival digno para ningún equipo que se enfrentaba a nosotros.
La llegada de Jiménez daba la sensación de que haría mejorar a este ''Equipo'' pero tres días después nos encontramos con la dimisión de Arenere y todo su equipo. Los fantasmas volvían a sobrevolar por La Romareda. Varios empates y una victoria en Cornellá el Prat nos hacían volver a soñar con un nuevo milagro, una machada de los nuestros que parecía que se iban a comer el mundo y salvar los 11 puntos de distancia con la salvación. Nada más lejos de la realidad.
Ayer nos levantamos con esperanzas. ''Venga, que se puede'' o ''Si ganamos hoy y al Málaga nos ponemos a 5, que el Villareal va a San Mamés. ¿Acaso no ganamos en Cornellá?''. Mucha gente -Yo incluído- estaba ilusionada y esperanzada. Otros, evidentemente, no creían en la salvación pero pensaban que habíamos de morir con dignidad. Eran las 20:00 y los nervios estaban a flor de piel. La alineación era la que pedía yo (Excepto Lafita) y los ánimos los necesarios.
El partido arrancó animado, con un Real Zaragoza atrevido, que manejaba la pelota y que producía tímidas ocasiones. Aún así, Roberto volvió a aparecer para salvar con la pierna un remate de Rubén Castro dentro del área pequeña. Pasaban los minutos y el Real Betis comenzó a elaborar más y, en ocasiones, a poner contra las cuerdas a los nuestros y, como a perro flaco todo son pulgas, a 5 minutos para el descanso un error de Pablo Álvarez, que rompe el fuera de juego, permitió que Rubén Castro, ese jugador que Prieto no quiso, pusiera un balón perfecto a la escuadra izquierda de Roberto.
Vía Cadenaser.com
Este gol sumió al conjunto aragonés en una depresión de la que no fue capaz de despertar. El equipo, inoperante arriba, flojo en el medio y horrible atrás, se desarboló y se partió en dos haciendo imposible provocar algo de peligro en la portería de Fabrizio y, además, dejando muchísimos espacios al equipo sevillano, que aprovechó el mal momento de los aragoneses para hacer el segundo. Jugada mal defendida por Paredes, que permite que Molina chute solo contra Roberto y este repele la pelota con el pecho pero otro error en la marca de la defensa maña, esta vez de Da Silva, que dejó de cubrir a Rubén Castro, permitió que el jugador bético perforara por segunda vez la meta zaragocista. Aún tuvieron los sevillanos otra más en botas de Jonathan Pereira para rematar a los blanquillos pero su vaselina se estrelló en el palo.
Otra derrota más en nuestro casillero y un descenso a segunda prácticamente seguro, mientras el de siempre está en su casa, dios sabe si viendo el partido y riéndose de nosotros. Este es el equipo que está dejando este hombre. Unos jugadores indignos de esta gloriosa camiseta, una grada indiferente y silenciosa que no tiene esperanzas de salvarse y una situación económica y una imagen dentro y fuera de nuestra ciudad deplorable.
 El tiempo pasará, el Real Zaragoza volverá a ser quien era, la grada recuperará su ilusión y tú no estarás, señor Iglesias.

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