FOTO: zaragocistas.com (Pedro C.Cuesta) |
El partido fue bueno, con dos partes totalmente diferenciadas.
La comparación en la que baso el título, es como si el partido fuese un café.
Cuando te lo sirven, empiezas a darle vueltas, poco a poco, con la intención de disolverlo.
En la primera ya se vio que la suerte jugaba de naranja, el color de ayer de Llagostera, cuando tras señalarnos un penalti clarísimo, Ángel lo lanzaba a las nubes de Zaragoza.Poco después, los catalanes hacían un contraataque de libro y nuestra defensa no era capaz de evitar que se pusiesen por delante.
Era su primer y único disparo con peligro de este periodo, y posiblemente de todo el encuentro.
Este es el traguico que le das, notas su sabor amargo y te das cuenta que a pesar de haberle dado vueltas, no le habías puesto el azúcar, de ahí su amargo sabor.
El Real Zaragoza lo intentaba, con momentos de buen juego, varias oportunidades, pero que o la falta de acierto de cara a puerta o el guardameta visitante, desbarataban.
Precisamente el portero catalán, fue quien con su fallo en el salto contribuyó a que Ángel , muy atento, pusiese las tablas al filo del descanso, en un remate desde prácticamente la línea de gol, llevando la justicia al luminoso.
En el descanso, le ponías otro terrón de azúcar, el que le hacía falta, y comenzabas de nuevo a darle vueltas, esta vez más deprisa, antes de que se acabase el tiempo.
En la segunda parte , salió Sergio Gil, y todo cambió, el Real Zaragoza parecía otro.
Todo eran ataques con criterio, mejoró el centro de campo, el acoso sobre la portería de los de la costa Brava era constante, parecía que el gol iba a llegar de un momento a otro.
Una y otra vez el real Zaragoza lo intentaba, hubo momentos de buen juego, Gil le dio otro aire, con un Llagostera encerrado atrás , dejando que pasase el tiempo y un Real Zaragoza volcado en el área rival, que seguía sin poder perforar la portería de Ratti.
Varios tragos de café, que sabían a lo que tenían que saber, a café con azúcar.
Al final, cuando ya todos pensábamos en la prorroga , un balón lanzado al área golpeaba en Iñaki Olartúa y se introducía en nuestra portería, sin apenas tiempo para buscar la igualada.
El llagostera nos marcó dos goles , habiendo hecho solo un disparo a puerta y nos eliminó de la copa.
Y justo cuando te lo estás terminando, los posos, esos posos que te sorprenden, no precisamente para bien, y te entran en la boca sin quererlo, amargándote el café, ese café con el que has disfrutado y justo al final, te deja ese regusto desagradable de los posos.
Eso fue el partido, una taza de café con unos desagradables posos al final de la taza (la taza precisamente es como llaman en Portugal a las Copas), ahora solo nos queda pensar en lo que nos da de comer, olvidarnos de cafés, y pensar en el menú del día, del día a día que no es otra cosa que la búsqueda del ascenso.
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