lunes, 2 de noviembre de 2015

Anécdotas de otra época en el Real Zaragoza

Temporada 1967/68

Jugando en el equipo juvenil del Real Zaragoza, en cierta ocasión entró Andrés Lerín (nuestro entrenador) en nuestro vestuario del campo del RENFE situado en la avenida de Navarra donde entrenábamos y nos dijo: ¡Chavales! En vistas, a lo bien que lo estamos haciendo, el próximo entrenamiento lo haremos en la Romareda.
Por entonces el club no disponía de ciudad deportiva y los juveniles que eran los únicos que competían bajo las normas de la Federación, pues no había más niveles, lo hacíamos donde se podía.

Esos ¿...? (en referencia a los directivos) han tenido a bien, invitarnos a jugar un partido, nada menos que contra el Deportivo Aragón.

¡Bien!


Fue la exclamación que salió de nuestras las gargantas, pues aquello era algo muy especial para todos, aunque los más veteranos ya habían pisado ese césped en alguna ocasión.

“Nada menos que jugar un partido en la Romareda”.


Llegado el día y sin ninguna ausencia, nos dispusimos a cambiarnos de ropa en el vestuario que nos fue asignado.

Tal novedad para la mayoría de nosotros, era algo impensable y como vivir un sueño.

Ya en el césped, nos pusimos a calentar para cuando decidieran iniciar el partido, que aunque era de entrenamiento teníamos como rival a nada menos que al Aragón, equipo compuesto de jugadores de extraordinaria calidad, no obstante muchos de ellos llegaron a jugar en el Real Zaragoza.

A los pocos minutos nos comunicaron que no podíamos jugar, sin exponernos los motivos.

Enseguida algunos directivos del Zaragoza se personaron a pie de campo e invitaron a nuestro entrenador a que lo abandonáramos, alegando que la orden venía de arriba.

Nuestro entrenador se negó en redondo a marcharse y les dijo que aquel que lo prohibía se lo dijese a él en persona.


- Si hemos venido aquí es por que me lo habéis propuesto vosotros, que bien tranquilo estaría yo, entrenando donde siempre.
Ahora… ¿Como les digo a mis chicos que todo es mentira?

Les dijo muy cabreado.

- Con la ilusión que les hace. ¡Decírmelo vosotros!
Pues yo no se como se hace y no lo voy hacer.

Posteriormente el entrenador del Aragón Juanito Jugo, entró en el campo tratando de convencer a Lerín, por la amistad que tenían, para que saliera del campo pues el entrenador del primer equipo, (entonces Roque Olsen) había prohibido que ningún equipo (excepto el suyo) pisara el césped de la Romareda y menos para un entrenamiento.

Las razones: Que lo estropeábamos.

El asunto se enmaraño mucho entre un agrio cruce de palabras.

Como aquello no se arreglaba y entraba por terrenos peligrosos fueron unos directivos quienes ordenaron a Lerín salir del campo.

Para contentarnos a todos (sólo en cierta manera) decidieron que los jugadores de ambos equipos, cambiados ya con la ropa de jugar, nos trasladáramos en el autobús del Real Zaragoza al campo de la empresa Lakey, (también de hierba) situado en carretera de Madrid, para disputar el partido que nos habían prometido.

Allí nos enfrentamos al Aragón y pasamos una tarde muy agradable aunque dolidos por que una persona nos había prohibido entrenar nada menos que en La Romareda.

De mi entrenador Andrés Lerín componente de aquel mítico equipo de los Alifantes, sólo puedo decir que era un hombre que se vestía por los pies y del que guardo un gran recuerdo, por los consejos que nos daba y los valores que nos transmitió.

Firmado: López Sevil. 


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