Los blanquillos han
sufrido un bajón físico, tal vez debido a la cuesta de enero, donde la Copa ha
podido cargar a la plantilla. Además, ésta es demasiado corta para seguir viva
en dos competiciones como son la Liga y la Copa. A todo esto hay que sumarle
las bajas que se han ido sumando progresivamente. Entre varias sanciones y
lesionados, como Loovens, Apoño, Álamo y ahora el malogrado Zuculini, el
Zaragoza está cogido con alfileres.
Lo que se ha resentido,
sobre todo, es el ataque. En el centro del campo, Movilla parece estar fundido
y la ausencia de Apoño multiplica su importancia en la vertebración del equipo
y la elaboración. Pinter demostró el pasado sábado que es incapaz de cumplir
las funciones del malagueño. En adelante se probará con José Mari, aunque
destaca más por su trabajo de contención que por sus capacidades creativas.
La escasa elaboración
de juego patente perjudica directamente a los jugadores de arriba. Víctor lleva
unos partidos en los que no muestra todas las cualidades que sacó a relucir a
principio de temporada y hacerle ser la revelación zaragocista. En su favor se
puede alegar que depende mucho de la posesión del balón que tenga el equipo y
el estilo de juego elegido. Montañés está haciendo un buen papel, marcando
goles incluso (ante el Betis y la vuelta del Levante). Aunque carece de ayudas
en muchos momentos.
La banda derecha
parecía pertenecer a Zuculini, ya que Edu Oriol no ha aprovechado las
oportunidades que le ha dado el míster. Sin embargo, esta zona del campo queda
algo huérfana con la lesión del argentino y junto con la esperada llegada de Bienvenu
y Rodri, cabe la posibilidad de que el de Arahal se decante por un sistema con
dos puntas.
Pero el que más nota de
todos estas carencias es, sin lugar a dudas, Hélder Postiga. El máximo anotador
blanquillo (siete tantos) durante esta temporada lleva cuatro partidos
consecutivos de Liga sin marcar (Betis, Atlético de Madrid, Valladolid y
Espanyol). Los minutos de sequía ascienden a 409 si tenemos en cuenta también
los disputados en Copa ante el Levante y el Sevilla.
En los últimos partidos
se han producido algunas jugadas sintomáticas. Postiga bajaba el balón que
venía de los centrales, lo controlaba, se lo colocaba y armaba el disparo, sin
peligro y sin mejores soluciones para prescindir del disparo lejano. Parecen
banales lances del partido, pero es sinónimo de la soledad que padece el
delantero maño.
Lo peor de todo no es
la falta de gol, si no que se le nota a la escuadra aragonesa una acuciante
inocuidad ofensiva. No da sensación de que puede marcar gol. Además, el
Zaragoza, junto al Mallorca, es el equipo que menos puntos ha sumado en enero.
Uno exactamente. También es preocupante la estadística casera, con sólo diez
puntos de treinta conseguidos en el coliseo zaragocista, con seis derrotas, un
empate y tres victorias.
Problemas graves y que
requieren solución inmediata. El trabajo de Jiménez y sus pupilos y las
incorporaciones venideras se antojan fundamentales para tapar el sumidero de
puntos en el que se ha convertido La Romareda y seguir con una buena actitud de
visitante, solucionando los problemas de elaboración y de ataque. A pesar de
todo, los zaragocistas siguen estando a cinco puntos del descenso y afrontan
con ilusión un calendario asequible en este mes de febrero hasta que llegue la
temida tourmalet (Madrid, Barcelona y Sevilla).
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