sábado, 8 de junio de 2013

Pésames y risitas [www.zaragocistas.com]

Tras el descenso del pasado sábado Roberto Liztor ha recibido como los toreros, pitos y palmas, que traducido son  pésames y risitas.
El Real Zaragoza dio con sus huesos en la segunda división, eso no es noticia y menos para los zaragocistas.
Desde el domingo he ido recibiendo por tierra comanche pésames (por llamarlo de alguna manera) de amigos y risitas de gente  que, sinceramente me preocupan bien poco, por no decir nada.
Estamos donde estamos porque nos lo hemos ganado a pulso en el campo.
Aparte de los fallos arbitrales, aparte de la mala suerte, aparte de los fallos puntuales, jamás lo hemos tenido tan fácil para conseguir una salvación deportiva que en la última jornada no ha estado en nuestras manos en ningún momento.
La verdad es que la fuerza de la costumbre o tal vez la resignación, esta vez no he llorado, no sé si mi dolido corazón zaragocista, montado en esa montaña rusa de emociones, ya había enfilado la cuesta abajo hace días cuando el At. de Bilbao en el 92 nos daba la puntilla y siguió cuesta abajo , lanzado y sin frenos tras la goleada en Sevilla a manos béticas. Tras esa derrota y la noche sin dormir, ceo que asumí como real el descenso, asumí que el celta iba a ganar el partido, porque estaba escrito, no sé si con maletines o con percebes, no sé si con acuerdos no escritos, pero “arreglados antes del partido o con mejillones, pero estaba convencido de la victoria viguesa. En mi fuero interno, una pequeña lucecica intentaba alimentar mi esperanza, pero por desgracia no me equivoqué.
Claro que también creía que los nuestros harían su papel y vencerían al At. de Madrid y , de nuevo, fallaron.
También falló la concentración en contra del máximo accionista, solo 1000 personas se reunieron, tras una semana en que en las redes sociales zaragocistas se hablaba solo de eso, en la que el partido era algo secundario, solo 1000 personas mostraron fuera de la Romareda su rechazo al soriano. Debo reconocer que esa fue mi primera decepción de la tarde. La otra, claro, fue el descenso.
Aquí los amigos me preguntan a ver que tal estoy, independientemente si les gusta el fútbol o no, a ellos les he estado contando toda la semana que no creía que nos salvásemos, pero que se iba a montar una bien gorda en contra de Agapito.
Al final, ni una cosa ni otra.
Los otros, los que disfrutan con las desgracias ajenas, los que ni son amigos ni falta que me hacen, me miran de soslayo y sonríen aunque no se atrevan a decir nada.
Otros van más allá, y como si conversasen con otro compañero de tertulia comentan lo del descenso del Real Zaragoza, con la sola intención de molestarme.
Pero estos como los segundos, no conseguirán herirme más de lo que ya estoy. Llega un momento que tras tantas puñaladas, por ajenos y por propios, ya casi ni duelen.
Esta ha sido una temporada muy muy dura para todos, pero aún no ha terminado, hay que seguir luchando por salvar al real Zaragoza de lo que más daño le ha hecho, el que todos sabemos, ese cáncer que está en el “cuerpo” de nuestro querido equipo y hay que buscar los medios, políticos, periodistas, afición… para que esto no siga así ni un minuto más.

Eso es todo por ahora, desde Tierra comanche.
No seré zaragozano, zaragocista el primero

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