LA SEMANA MÁS
LARGA
por Alfonso Félez (Real Zaragoza Fans)
Diez días después de la derrota cosechada en Getafe, la Romareda vuelve a
abrir sus puertas esta tarde para recibir al Granada, en lo que ya todos
consideran una final en toda regla. En esta larga semana, merced a los horarios
imposibles de la LFP en consonancia con la televisión, han sucedido no pocas
cosas en el entorno del Real Zaragoza. Quizá la más destacada sea la discusión
que se ha generado alrededor de la continuidad de Manolo Jiménez como
entrenador del primer equipo. Con nueve partidos consecutivos sin lograr la
victoria, el equipo ha retomado los viejos hábitos que en las campañas
anteriores llevaba a una caída libre en la clasificación de Liga.
La diferencia está en el momento en el que se está atravesando este bache.
En las últimas temporadas se daba durante la primera vuelta, ocasionando el
cese de los entrenadores antes de que llegara la Navidad (caso de Marcelino
García Toral, la dupla de Gay y Nayim, y Javier Aguirre). Este año parecía que
la situación iba a ser diferente, con la planificación de la plantilla bajo una
estricta vigilancia por parte de Manolo Jiménez y la ausencia de Antonio Prieto
ya en el pasado mercado veraniego. Los resultados conferían cierta tranquilidad
al equipo y a la grada, y en un momento determinado, se llegó incluso a ver más
cerca la zona europea que la del descenso. Sin embargo, la llegada de la
competición copera provocó que la sobrecarga de partidos pasara factura en la
plantilla zaragocista, y para cuando Manolo Jiménez decidió tirar la Copa del
Rey, en la vuelta de los cuartos de final, el mal ya estaba hecho.
El rosario de lesiones que se ha vivido desde entonces, y un mercado
invernal de fichajes desigual, han dejado una sensación de que no se han
terminado de hacer las cosas del todo bien. Una serie de partidos perdidos,
salpicada por algún empate, ha sembrado de inseguridad a un equipo que, sin
hacer un alarde de un gran fútbol al iniciar la temporada, era capaz de ganar
con solvencia y de vivir en relativa calma. En esta atípica temporada, incluso
los números de los partidos jugados como visitante han sido mejores que cuando
se ha recibido a los rivales en la Romareda, cosa que debe empezar a nivelarse
desde hoy mismo.
Al final, de tanto especular con la continuidad de Jiménez, él mismo ha
hablado del tema. Poco amigo de esquivar las cuestiones, por peliagudas que
sean, Jiménez ha declarado que cuando no se sienta fuerte se irá. Sin embargo,
eso es un arma de doble filo para la situación del equipo. Con una plantilla
conformada según su deseo, nadie está más capacitado que él para obtener de
ella los mejores resultados posibles, y un nuevo entrenador perdería un tiempo
precioso para hacerse completamente con las riendas del equipo. Pero otro resultado
hoy que no sea una victoria puede precipitar los acontecimientos.
El club, por su parte, ha movido ficha para hacer que la afición vuelva a
resurgir como el principal acicate para el equipo. Desde una rebaja del precio
de las localidades (nuevo feo gesto para los abonados, que pagan una de las
peores relaciones calidad / precio del fútbol español) hasta un vídeo con un
llamamiento ensalzando la importancia de la grada y de su apoyo, se busca el
cuarto milagro consecutivo que evite acabar el año con un descenso a una
Segunda División más complicada que nunca. Descenso que, además, conllevaría
una sensible rebaja en el contrato por los derechos televisivos, que sería
renegociado. Al menos de momento en esta temporada no hay que remontar una
cantidad imposible de puntos.
Tampoco se ha quedado quieta la afición. Desde la Federación de Peñas se
promueve la creación de una grada de animación, a la que están invitados todos
los que tengan ganas de animar al equipo de manera incansable. Loable
iniciativa, que esperemos que obtenga algún eco. Y como muestra del enfado por
los últimos arbitrajes perpetrados contra el Real Zaragoza, hoy Mateu Lahoz
será testigo de excepción de la simbólica tarjeta roja que la grada quiere
mostrar a todo el colectivo arbitral. Dado que las tibias declaraciones del
presidente, Fernando Molinos, cayeron en saco roto, y no sirvieron para detener
la sangría de malos arbitrajes con clamorosos errores en contra de los
intereses blanquillos, la afición alza su voz y denuncia lo que considera una
persecución en toda regla. Al final, y sin necesidad de que el club lo pida, la
afición siempre acude al rescate de su equipo. Va siendo hora de que el equipo
corresponda dicho cariño con victorias.
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