viernes, 9 de agosto de 2013

El Zaragoza lejos de la élite (I): Los primeros años del club en Tercera y Segunda División y la inestabilidad en Primera

Cuando un equipo es habitual en Primera División y está acostumbrado a jugar en los campos de la máxima categoría española durante muchos años, desciende sorprendentemente a Segunda, siempre se utiliza el tópico “ya volverá al sitio al que le pertenece”. En el caso del Real Zaragoza no lo es menos, aunque en las últimas temporadas ha estado flirteando con el descenso más de lo debido. Finalmente cayó al pozo cuando el proyecto de Jiménez iba viento en popa tras una extraordinaria primera vuelta. A volver a empezar de nuevo.

No es la primera vez que el club aragonés disputará una temporada en Segunda. Es más, llegó a jugar en Tercera División fruto de una profunda crisis, tanto económica como deportiva, a mediados de los años 40, amén de los primeros años de vida del club. Este es un repaso de esas temporadas que los aficionados blanquillos esperan que no se vuelvan a repetir jamás.



De la creación del club al ascenso en cuatro años con Los Alifantes

Como bien es sabido por todos los zaragocistas, el Real Zaragoza se creó el 18 de marzo de 1932. Su primera temporada resultó ser la 32/33, disputada en Tercera División y a punto estuvo de ascender a la categoría de plata. La entidad aragonesa participó en el Mancomunado Guipúzcoa-Rioja-Navarra (antes de la Liga regular se disputaban estos torneos), en el que quedó quinto de seis participantes. En el grupo de Tercera División, no tuvo ningún problema para clasificarse para los play-offs, ya que solo tenía como rivales al Huesca y al Alkartasuna en la fase regular. En las eliminatorias posteriores que dirimían, el Sabadell impidió la machada de los maños en la última ronda. Lo más importante fue que se estaba germinando el primer equipo legendario de la historia del club, Los Alifantes. Destacaron jugadores como el delantero Juanito Ruiz y el guardameta Andrés Lerín.

En la temporada siguiente sí que se consiguió el ascenso a la categoría de plata. El modelo de competición fue totalmente diferente. El grupo estaba conformado por seis equipos, en el que el Real Zaragoza quedó segundo. Una vez acabado esta primera fase, los blanquillos pasaron a disputar la fase de ascenso, esta vez un grupo con cinco equipos más (Elche, Valladolid, Gimnástico de Valencia, Logroño y Baracaldo). Los aragoneses se clasificaron como segundos y pasaron a una eliminatoria por ascender definitivamente contra el Celta de Vigo, perdiéndola por un global de 6-3. Sin embargo, la Federación Nacional realizó una re-estructuración de la categoría, ampliando la Segunda División y permitiendo el ascenso de los de la capital del Ebro.


En las dos temporadas siguientes se fueron conformando Los Alifantes y se consiguió el ascenso a la máxima categoría del fútbol español. En la edición 34/35, se logró un meritorio tercer puesto. El hecho más destacable fue que en la disputa del Mancomunado, el Madrid visitó Torrero por primera vez y sucumbió ante los locales 2-1.

Ya en la siguiente temporada tuvo lugar lo que todos los zaragocistas deseaban y ansiaban desde ese 18 de marzo de 1932: el ascenso de su equipo a Primera División. Fue la consagración de Los Alifantes. Lerín era un guardameta imbatible, ágil e inexpugnable en el juego aéreo. Gómez y Alonso, dos centrales altos, duros y correosos. Mientras que la medular estaba dominada por Pelayo, Municha y Ortúzar. En la delantera, formaban cinco atacantes que se encargaron de llevar la alegría a las gradas a través de sus goles: Amestoy, Tomás, Juanito Ruiz, Primo y el “Chipirón” Olivares.  Este último fue el máximo goleador de la temporada (Mancomunado, Liga y Copa), con un total 27 goles. Además, tenía vitola de “estrella”, ya que alcanzó fama de goleador en el Madrid. Los maños ya estaban en la élite del balompié nacional.

Dos descensos después de la Guerra Civil

Tras la inmensa alegría producida por el ascenso, llegó la Guerra Civil a España y con ella la pausa total de cualquier competición deportiva hasta el final de la contienda fratricida. Esto rompió la continuidad prometedora que tenían Los Alifantes. Hasta la temporada 39/40 no se retomaron las competiciones ligueras.

Fue un buen año para el Zaragoza, en el que llegó a ganar el Mancomunado, quedar séptimo y quedar eliminado por el Madrid en las semifinales de la Copa del Generalísimo. Pero la temporada siguiente perdió a jugadores importantes (Inchausti, Soladrero, Antón, Olivares, etc) y quedó penúltimo, volviendo a Segunda tras perder la promoción en Chamartín por 3-2 ante el Castellón.

Pero los maños enseguida resucitaron. Los aficionados zaragocistas, a pesar del descenso, no dejaron solo al equipo en su desventura por Segunda y abarrotaron el antiguo campo de Torrero durante todos los domingos. No comenzó muy bien la temporada pero finalmente, con la llegada de Jacinto Quincoces al banquillo, el conjunto aragonés logró un segundo puesto en la fase de ascenso y selló su regreso en el campo del Sabadell con un reñido empate a tres.

Temporada 42/43 y otra vez en Primera. Zaragoza entera rebosaba de ilusión. Pero resultó ser un fracaso. Otra vez un penúltimo puesto hizo que los maños descendieran a los infiernos de nuevo, con la dimisión irrevocable incluida del entonces presidente Francisco Caballero. Se batió el récord de jornadas consecutivas sin ganar, quince, que no fue igualado en la historia hasta la última temporada por los pupilos de Manolo Jiménez. Tras ese catastrófico descenso, los aragoneses no volvieron a la élite una vez pasadas nueve temporadas. Y a punto estuvo de desaparecer el club. Pero eso lo detallaremos en la segunda parte.  




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