La victoria del Real Zaragoza ante el Tenerife, el pasado sábado en la Romareda, ha dado una bocanada de aire fresco a equipo, entrenador y afición, ante el pésimo arranque de la temporada que se había protagonizado en la Liga Adelante. Marcar tres goles, y que lo hagan dos de los mejores valores de la plantilla, debe ser un revulsivo para deshacerse de los nervios que supone asentarse en una nueva categoría.
Sin embargo, no todo son buenas noticias. De entrada, no conviene dejar de lado la realidad del rival. Antes de empezar la quinta jornada, el Real Zaragoza ocupaba la 20ª posición de la tabla clasificatoria, solo por delante de Tenerife y Real Madrid Castilla. Los insulares se han llevado consigo no solo tres goles, sino también muchos comentarios destacando que han sido el peor equipo que se ha visto en la Romareda en mucho tiempo.
La primera parte vio como el equipo de Herrera llegaba a los dominios de Aragoneses más a base de voluntad que de buen hacer. Sin embargo, Henríquez empezó a demostrar la calidad que atesora, y que está llamado a marcar la diferencia en este equipo. El meta del Tenerife tuvo que emplearse a fondo para impedir el estreno goleador del chileno, e incluso se le anuló un tanto por fuera de juego que, vista la repetición, parece inexistente.
Otra buena noticia es que Rico repitió presencia como titular tras su actuación en la Copa, lo que movió a Abraham al puesto de interior zurdo, donde se le nota mucho más cómodo y aliviado. Jugador más ofensivo que defensivo, puede ser un recurso muy utilizado de cara a buscar balones aéreos colgados al área de los rivales. También repitió Laguardia, y aunque tuvo un par de errores de bulto, éstos no supusieron gol alguno en contra, como suele suceder cuando los protagoniza Paredes.
Pero el gran defecto de este equipo sigue siendo la creación de juego. En el fútbol moderno prima la defensa al ataque (y de hecho el Zaragoza sigue jugando más cómodo al contragolpe, único bagaje ofensivo de la propuesta de Manolo Jiménez), de modo que se suele buscar un cierre defensivo que aumenta numéricamente cuanto mayores son las urgencias defensivas. Cuando antes había un líbero, ahora hay una pareja de mediocentros, fácilmente reconvertible en un trivote defensivo.
Con nombres en la mediapunta de la calidad de Montañés y Víctor Rodríguez, el problema estriba en cómo nutrir con balones a esta línea y a la punta de ataque con cierto criterio. El gran cambio de juego y de actitud en el partido del sábado se produjo cuando, en un doble cambio, Paco Herrera retiró a Cidoncha y Barkero para dar entrada a Movilla y Víctor. Víctor es dinamita para las defensas contrarias, y no se entiende que se le use solo como revulsivo. Salvando las distancias, sería como tener a Messi en el banquillo.
Claro que aquí se ven las carencias de la plantilla, que no ha sido bien planificada, o por lo menos no se ha diseñado de manera compensada durante el mercado de fichajes. Barkero es un futbolista de innegable calidad, pero recuerda demasiado a otros casos que ya ha sufrido el zaragocismo de jugadores que ya están de vuelta de todo, y dan un rendimiento muy inferior al que el equipo necesita de ellos. Teniendo ya en la plantilla a Luis García, esto resulta sangrante.
Cidoncha es un jugador joven e inexperto, con mucho que aprender, al que se le está dando tal vez demasiada responsabilidad al hacerle jugar casi todos los partidos de titular. Busca no arriesgarse para no cometer errores que castiguen al equipo mediante goles del rival, pero eso a veces provoca que su juego sea más limitado de lo que ya es de por sí. Ahora mismo da toda la impresión de tener que jugar un número de partidos mínimo porque así lo demanda su contrato, y que Herrera se limita a hacer que cumpla su cuota.
Tal vez habría que echarle valor y darle a otro jugador joven la misma cantidad de oportunidades que a Cidoncha, en parte para que el ex canterano del Atlético de Madrid tenga que pelear por un puesto y le eche narices a su juego, y en parte porque el equipo saldría reforzado por tener un recambio que dé más garantías. Exhorto desde aquí a Paco Herrera para que, siguiendo la línea marcada por Rico y Laguardia, cuente con Tarsi como integrante de ese centro del campo zaragocista.
Parece por lo tanto que este equipo no está tan muerto, que Paco Herrera ha sabido encontrar un once que funciona, y que ya tiene algo con lo que empezar a trabajar en firme, en lugar de ir haciendo cambios semana a semana, algunos de los cuales son muy radicales. Porcar ha pasado de no estar convocado a ser titular, y volver de nuevo a quedarse fuera de la convocatoria, en las últimas tres jornadas de Liga.
El gran problema de ese once estriba en Movilla. No es un jugador que pueda aguantar 70 minutos como titular toda la temporada. Ya el año pasado tendría que haber sido dosificado por Manolo Jiménez, pero la lesión de Zuculini le obligó a pedirle un esfuerzo extra al centrocampista, que acabó la campaña totalmente desfondado y siendo una sombra de sí mismo. Herrera ha de encontrar una solución a este dilema que no deje cojo al equipo, y que no interrumpa el flujo de balones hacia la delantera.
¿Hay motivos para la esperanza? Bueno, el partido ante el Tenerife así lo indica, pero tampoco parecen motivos muy sólidos. La próxima jornada se disputa en Valdebebas ante el Real Madrid Castilla, el eslabón más débil de la categoría con cinco derrotas en cinco partidos. La lógica dicta otra victoria, y encadenar una racha que genere confianza en la plantilla.
Pero no olvidemos de dónde venimos. Tras una plácida pretemporada, donde parecía que el equipo había asimilado los conceptos impartidos por su entrenador, y dos empates en los que el Zaragoza pudo aferrarse a los errores arbitrales para justificar no haber conseguido la victoria, vinieron dos encuentros en los que se perdió por la mínima, pero en los que no se propuso nada, futbolísticamente hablando. Y a esto hay que sumarle la eliminación en la Copa del Rey.
La plantilla sigue contando con elementos incompatibles con la práctica del fútbol, con jugadores de vuelta de todo, y con jóvenes inexpertos que aún no han sido capaces de dar su do de pecho. Y por encima de todo sigue estando Agapito. Pitarch reconoció que los diez millones de euros de la LFP como ayuda por el descenso se utilizaron tanto en el pago de los finiquitos de los jugadores despedidos como en la satisfacción de las deudas por las fichas impagadas de la temporada pasada. Y ya sabemos lo que pasa cuando los futbolistas no cobran: que no rinden.
Así que si queremos tener opciones reales de ascender, todo pasa porque Agapito haga algo también incompatible con su carácter, como es pagar. De momento está en su parranda particular, en su inopia madrileña de Pozuelo de Alarcón, donde ha trasladado a la sociedad propietaria del club. Así que este sábado, en Valdebebas, y de nuevo por televisión, la sexta jornada de la Liga Adelante acogerá un duelo entre dos equipos madrileños. Vivir para ver.
Alfonso
Félez
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