Dos goles del media punta en el primer cuarto de hora otorgan al Pucela una victoria muy meritoria en La Romareda
El Real Valladolid aguanta el tirón de los equipos de cabeza. En una plaza muy complicada como La Romareda, el Pucela arrancó este domingo tres puntazos que le permiten seguir la estela de los mejores en la parte alta de la tabla. Óscar firmó el 0-2 en un cuarto de hora, el Real Zaragoza no aprovechó sus ocasiones para meterse después en el partido y la victoria blanquivioleta fue inapelable.
El partido se le puso de cara al Real Valladolid muy pronto, en dos acciones en las que
Óscar definió con maestría. En la primera jugada del partido, jugada larga y preciosa por parte del Real Valladolid, Timor, a trancas y barrancas, caído en el césped ante tres rivales, sacó un pase que dejó a Óscar solo ante Whalley. El exmedia punta del Real Zaragoza definió con sangre fría.
Al cuarto de hora, Óscar, en posición muy adelantada, recogió un pase de un jugador zaragozano que tropezó en Javi Chica, encaró de nuevo a Whalley y le volvió a batir con la sencillez de un maestro de la definición al que ahora le entran todos los remates que antes la fortuna le habían negado.
Curiosamente, los dos goles no llegaron a través de la forma más previsible tal y como transcurrió el partido: centro de Mojica y remate. El colombiano dio un recital en la primera mitad. Literalmente, volvió loco a su marcador, Fernández, uno de los mejores laterales derecho de la categoría. Sus compañeros le buscaron y Mojica respondió, pero los balones al área no encontraron rematador, salvo en una acción de Jeffren, que estuvo a punto de cerrar el partido.
Pero lo cierto es que a pesar de los dos goles de ventaja, el Real Valladolid no tuvo el partido controlado en defensa en esta primera mitad. El Real Zaragoza cuenta con buenos pasadores y un gran delantero centro como Borja Bastón, al que tuvo que frenar Javi Varas en el minuto 23 en un claro “mano a mano”.
Ruiz de Galarreta también tuvo una clara ocasión para empujar el balón casi a bocajarro, pero su remate se fue junto al palo.
Al Pucela le faltó algo de contundencia para frenar al Real Zaragoza en el primer acto del partido, pero esta vez tuvo esa dosis de suerte que casi nunca ha tenido esta temporada.
Sin embargo, en la segunda mitad, el Real Valladolid sí consiguió anular al Real Zaragoza, que con el paso de los minutos se fue difuminando. Lo intentó, pero cada vez con menos fe, cada vez con menos claridad, cada vez con menos sensación de peligro.
Con el balón, el Pucela intentó combinar las posesiones largas para desactivar al conjunto maño con los balones largos a Mojica, que siguió buscando las vueltas a la defensa zaragozana por su flanco izquierdo, en la segunda parte defendido por Vallejo, que entró por Fernández, lesionado.
Un gol local habría metido de lleno al Real Zaragoza en el partido y quizá por el cómputo global de sus ataques lo mereció, pero este domingo era el día del Pucela. La fortuna, que cuenta –y mucho más de lo que parece– en un juego, le debe algunas todavía al Real Valladolid.
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