Sí, amigo mío. Yo también lloré. Y abracé y besé a aquel desconocido que me regaló su asombro cuando el zaragocismo estalló en un millón de versos blancos y azules. Cuando aquel anonadado portero no pudo evitar que la gloria viajase a los confines del paraíso del buen gusto por el fútbol de seda.
sábado, 9 de mayo de 2015
El 10 de mayo más feliz (desde "Aire azul")
Sí, amigo mío. Yo también lo vi. Mi corazón también voló junto a aquel balón furioso e insolente que Nayim envió a las estrellas. Mi boca también agrietó los pechos de mis amigos, los que lanzaron alaridos de incredulidad y hasta de reproche cuando el ceutí golpeó el futuro con una pasión solo reservada a los elegidos.
Sí, amigo mío. Yo también lloré. Y abracé y besé a aquel desconocido que me regaló su asombro cuando el zaragocismo estalló en un millón de versos blancos y azules. Cuando aquel anonadado portero no pudo evitar que la gloria viajase a los confines del paraíso del buen gusto por el fútbol de seda.
Sí, amigo mío. Yo también lloré. Y abracé y besé a aquel desconocido que me regaló su asombro cuando el zaragocismo estalló en un millón de versos blancos y azules. Cuando aquel anonadado portero no pudo evitar que la gloria viajase a los confines del paraíso del buen gusto por el fútbol de seda.
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