Los despidos de Movilla y Paredes han servido para abrir la caja de los truenos del zaragocismo. Han sido cientos las voces que han mostrado su apoyo a los jugadores, sobre todo a Movilla, convertido en paladín de la afición, en héroe irredento al que aplaudir por ser víctima de los desmaneas de unos directivos soeces y malencarados. Muy mal el club.
Una vez que acordamos que las maneras de actuar son reprobables y todos consideramos que este tema se ha finiquitado de forma lamentable, habrá que decir también que en este tipo de asuntos la afición no es sino una espectadora de piedra a la que unos y otros, sí, unos y otros, le ocultan la información. La afición es esa huérfana a la que solo se le entregan frases vacías, declaraciones huecas y, en ocasiones, se le recrimina que no sea un poco más estúpida, como hizo hace poco la mujer de Luis García o hizo el año pasado la propia de Roberto.
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