lunes, 15 de julio de 2013
ENERGÚMENOS
El Real Zaragoza ha comenzado una pretemporada muy convulsa, tanto en lo institucional como en lo deportivo. Al fiasco de la propuesta de financiación popular del abogado José Antonio Visús y el desembarco en la entidad de Jesús García-Pitarch en calidad de nuevo Director General, se unen los perezosos movimientos de altas y bajas en una plantilla que, como pago por su trabajo en la anterior temporada, se ha de enfrentar a una durísima Segunda División.
El pasado fin de semana tuvo lugar en la Ciudad Deportiva un bochornoso enfrentamiento entre jugadores y afición, como se han encargado de demostrarnos las televisiones de ámbito nacional en sus espacios dedicados a la información deportiva. En realidad, decir esto es hacer un ejercicio de tremenda generalización, pues por parte de los jugadores la actitud bochornosa se centró en uno, y por parte de la afición… Bueno, baste decir que ni esos cuatro energúmenos mal contados representan a la afición del Real Zaragoza, ni posiblemente estaban presentes en el entrenamiento como aficionados, sino como alborotadores.
Que los ánimos están caldeados por lo sucedido en el final de la pasada Liga es algo que no se puede discutir. Que además al acabar ese último partido se produjo un triste enfrentamiento de las fuerzas del orden con parte de la airada afición, generando en ella mayor resentimiento y la sensación de que no les dejaron desahogarse, tampoco, aunque sí se puede matizar. ¿Por qué no aprovecharon la concentración previa al partido para dar fe de su rechazo a la gestión de la entidad y al fracaso deportivo de la misma? ¿Por qué esta temporada la Romareda fue una balsa de aceite y no se retomó la Agapitada en todos y cada uno de los partidos disputados en ella?
No solo es evidente que esos energúmenos que el sábado lograron interrumpir el entrenamiento del Real Zaragoza, y pasear de nuevo el nombre del club por las televisiones del país no acudieron a la concentración antes mencionada el día el Atlético de Madrid, sino que es razonable pensar que ni siquiera son abonados al club. Porque, de serlo, estarían cometiendo una enorme incoherencia (con lo que ellos usan esa palabra).
No quiero ser yo el que juzgue a cada aficionado zaragocista por su manera de sentir al club, y cada cual es libre de abonarse si así quiere. Pero yo, personalmente, no doy voluntariamente mi dinero a alguien si no estoy de acuerdo con su manera de dirigir algo con lo que estoy relacionado en mayor o menor medida. Por ley no me queda más remedio que pagar mis impuestos si no quiero incurrir en un delito, de modo que forzadamente sí pago a alguien sin estar de acuerdo con su gestión. ¿Pero en el fútbol? No, ¡hay que ser coherente!
Claro, pero mirándolo desde otro punto de vista, gracias a que el aficionado paga su abono de doscientos, trescientos o cuatrocientos euros, parece que automáticamente queda legitimado para decirle lo que le salga en gana a cualquier integrante de ese club, esté al nivel que esté. Sea el dueño, o el centrocampista que acabó siendo el segundo máximo goleador de la plantilla la última temporada. Porque ese argumento se ha esgrimido como justificación, no lo olvidemos. “Con mi abono pagan su sueldo, luego puedo decirle lo que me dé la gana”. Pues chico, caros te salen unos insultos. ¿No es mejor no abonarte? “Con mi dinero hago lo que me da la gana, a mí nadie me dice qué tengo que hacer con él”.
¿Y a Apoño sí? Apoño es tan libre de gastarse su dinero en casinos y alcohol, como un aficionado de gastárselo en un abono. “¡Eso no es lo mismo, él es un profesional y se debe a un club!”. Espera, entonces, un aficionado que sea un profesional en su trabajo, ¿tampoco puede salir el fin de semana o irse al bingo con la parienta? “¡Pero mi rendimiento no se ve afectado por mi comportamiento irresponsable!”. Bueno, cuando se ganaron partidos gracias a sus goles, ese comportamiento no parecía ser un problema. “¡Además, él cobra cientos de miles de euros!”. ¡Ah, y eso sí legitima los insultos, entonces! ¿Es un problema de clases? Pues ya puestos, insultemos al que más dinero tiene, a la clase dirigente. ¡Al dueño! ¡Que mira por dónde, es el máximo responsable de todo esto! ¡De la deuda, de una plantilla poco o nada competitiva, de un entrenador incapaz de asumir sus errores, del descenso en definitiva! ¡Si Apoño solo es un mandado, a su lado! ¿Es acaso Apoño el principal responsable del descenso?
No, pero sí es un blanco excesivamente fácil. Temperamental, poco dado a la reflexión, de sangre caliente y con poco aguante. No veremos a esos energúmenos del pasado sábado yendo a cantarles las verdades del barquero al dueño, no. Para eso no tendrán valor. Pero Apoño, ¡ay amigo, Apoño es una perita en dulce! Le insulto personalmente, me mofo de sus aficiones, y cuando alguien de su entorno comete el error de sacar la cara por él, ¡todos los valientes arreamos en manada contra él! ¡Le arrojamos por las escaleras! ¡Le lanzamos un cubo de basura que había por ahí! ¡Tratamos de patearle mientras está en el suelo! ¡Honor a los representantes del zaragocismo!
Sin embargo, que nadie se lleve a engaño. Apoño no es una víctima en todo esto. Varias cosas que se han dicho aquí son ciertas, y conllevan una responsabilidad. Apoño es un profesional (muy bien) pagado por una entidad, a la que no defendió adecuadamente en la parte final de la temporada pasada. Como casi ninguno de sus compañeros, pero él especialmente era uno de los que tenían que haber tirado del carro. Ciertamente no ayuda comprobar que, a la vez que el equipo se hunde, él disfruta de la vida regalada que produce tener un sueldo alto con juegos y alcohol, aunque esté en su derecho. Y aunque la plantilla parece que asumió el trago amargo del descenso casi demasiado pronto, han de entender que la afición está muy dolida por cómo sucedió todo.
Apoño debería haber sido un profesional y haber aguantado como un jabato todo el chaparrón que le cayera desde la grada. Que eran cuatro gatos energúmenos, no 25.000 gargantas criticando como en los mejores años de la grada de la Romareda. Y si bien no fue el principal culpable del descenso, fue parte integrante, y no se le metió suficiente caña en su día ni a él ni a sus compañeros. Por aguantar un poco un par de días no le debería pasar nada. Si no hubiera hecho nada, posiblemente a los cinco minutos los energúmenos hubieran encontrado otro blanco en alguno de sus compañeros y le hubieran dejado en paz.
Pero no, Apoño tuvo que sacar a pasear su actitud chulesca y su dedo corazón hacia la grada, y en ese momento se convirtió en otro energúmeno más. Apagó un fuego con gasolina, y provocó que una persona de su entorno se sintiera en la necesidad de ir a discutir con una pandilla que hace de la violencia su credo. Ahí hubo de lanzarse Apoño, y la plantilla con él, hacia la grada donde había estallado el conflicto. Los más para conciliar (Cuartero, Moisés y Movilla, por ejemplo), pero Apoño no. Aún después del incidente, mientras Paco Herrera decidía dar por finalizado el entrenamiento, se le veía enervado mientras el doctor Villanueva trataba de tranquilizarlo.
De modo que entre unos y otro, los energúmenos reventaron un entrenamiento del primer equipo y nos devolvieron a la primera plana del periodismo deportivo nacional. Deplorable. Otro ejemplo del borreguismo y de las vendas en los ojos que llevan algunos en este país. Con lo que está cayendo, se escudan en que el fútbol es muy importante para ellos y así justifican esas provocaciones y desmesuradas reacciones. Tal vez si tuvieran hijos, pensarían más en la educación y en cómo la están desmantelando, y en el mal futuro que espera a los que vienen detrás de nosotros. Tal vez si tuvieran padres o suegros mayores, pensarían más en cómo están dinamitando el sistema nacional de salud, o como se ponen pegas para acceder a medicación antes universalmente dispensada. Tal vez si tuvieran familiares con minusvalías valorarían más el retroceso que ha supuesto la eliminación de un plumazo de los derechos adquiridos con la Ley de Discapacidad, que no se tuvo reparos en derribar piedra a piedra.
Tal vez, si tuvieran más de 35 años, se echarían a temblar al escuchar cómo en la televisión pública se vuelve a nombrar al caudillo y no pasa nada, o cómo se quieren recuperar los dos rombos (en versión más moderna, imagino, pero quién sabe si no volveremos al blanco y negro también). Y a lo mejor es que tengo unos valores anticuados, pero yo creo que nada, absolutamente nada, justifica el intentar patear a alguien que está tumbado delante nuestro, presumiblemente en la cabeza (digo presumiblemente porque no se distingue en las imágenes, pero es lo que todos hemos pensado al verlas, que apuntaba a la cabeza).
Todos estos energúmenos sobran del deporte. Sobran desde luego del fútbol, donde abundan. Sobran de nuestro Real Zaragoza, a mí no me representan, aunque algunos de sus compañeros pusieran el día de antes pancartas contra el dueño que pueden reflejar más o menos mi sentir. Y también sobra ese mal profesional que no asume su responsabilidad, que no aguanta las críticas o un insulto gritado desde bastantes metros de distancia. Sobra porque no supo ver que con su actitud empeoró la situación.
Porque la violencia no es la solución. Nunca.
Alfonso Felez."Zico"
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Buenas.
ResponderEliminarNo soy de poner +1, considero que una vez escrito no hace falta ponerlo mas, pero en esta ocasión hago un excepción y si pongo el +1, sencillamente por que la violencia y el insulto nunca es la solución.
Para ser un club grande se empieza con la base, profesionalidad y afición incluida, un profesional sabe que se debe al club y que cualquier comentario tendrá repercusiones en el club, debió pensar dos veces su gesto y sus consecuencias.
Por otra parte unos "Aficionados" que no representan a la mayoría independientemente del sentir general se dedicaron a regalarnos unos titulares en la prensa nacional que en nada benefician al que llaman su club.
No entro si el club deja entrar a los entrenamientos a conveniencia o a quien deja entrar, ni tampoco sobre la profesionalidad de los jugadores, ni a si mismo sobre los sentimientos d las aficionados.
Pero si se que un club es grande cuando se cuidan los pequeños detalles por todas las partes.
Por todo ello no puedo por menos que poner +1
Saludos
Se puede decir más alto pero no más claro.
ResponderEliminarToda esa gente sobra, en el Real Zaragoza, en el fútbol y en la vida en general.
Especialmente el payaso del pantalón rojo.
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