Desde la web del rival, la crónica del partido.
Los rojillos afrontan el parón navideño tras siete jornadas consecutivas sin perder y con 25 puntos en la tabla de clasificación de la Liga Adelante
Volvían los rojillos a Anduva con una victoria más en el bolsillo, la cosechada el pasado fin de semana en el Mini Estadi frente al F.C. Barcelona B y alargando así a cuatro la racha de victorias consecutivas. Enfrente, como dos jornadas atrás, se le presentaba un rival de sobrenombre indiscutible, un Real Zaragoza sumido en la pelea con los de arriba por lograr este año el ascenso a Primera División.
Y se le notaron estas ganas a los aragoneses nada más comenzar el encuentro, cuando algunos aficionados aún se estaban acomodando en sus asientos, Jaime se internaba como un puñal por el pico derecho del área y ponía un balón raso al corazón del área que a punto estuvo de acabar en gol, primero tras el remate de tacón de Eldin y después con un Borja Bastón incisivo que hizo dudar a Razak al atrapar el balón.
Siguieron con mucha fuerza e intensidad los visitantes que protagonizaron un asedio en los primeros minutos de juego sobre la portería del guardameta rojillo, quizás conscientes de lo difícil que resulta sacar los partidos en Anduva y con ansias de hacerlo cuanto antes para poner nervioso al rival.
Los blancos dominaban la posesión del balón pero, una semana más –y esta vez con la entrada en el centro de la zaga de Álex Ortiz en lugar del sancionado Corral- la zaga rojilla no daba facilidades para que sus contrincantes llegasen con remates fáciles.
Por su parte el ataque del Mirandés se concentró por las bandas, con un Jordi Pablo especialmente expeditivo en la tarde de hoy y un Álex García que peleaba cada balón que llegaba por las inmediaciones de su zona.
En estas llegaron las pocas ocasiones de las que dispuso el C.D. Mirandés en esta primera mitad, con un remate de cabeza de Álex Ortiz que se marchó alto y un disparo blandito de Urko Vera que acabó mansamente en las manos del Whalley.
No daban para más los primeros 45 minutos que acababan con las tablas en el marcador a pesar de las mayores ocasiones de las que dispuso el Real Zaragoza.
Algo tuvieron que influir las palabras del entrenador rojillo, Carlos Terrazas, en sus jugadores, pues la segunda mitad reflejó una cosa completamente diferente a la que se había visto antes de que los jugadores encarrilasen la bocanada de vestuarios. EL C.D. Mirandés empezó a pelearle la posesión a su rival, consciente de que esa era la única manera para que llegasen sus ocasiones.
Sin embargo, los primeros diez minutos tras la reanudación se terminaron por convertir en un correccalles de ida y vuelta que se decantó del lado visitante.
Ellos fueron los primeros en arrear el golpe, concretamente Pedro, quien tras un centro desde la derecha acertó perfecto con el interior de la bota derecha y remató al fondo de las mallas.
A partir de entonces tuvieron un par de ocasiones más los maños, principalmente Borja Bastón que no pudo alargar la diferencia en el marcador.
Y fue entonces cuando los rojillos volvieron a venirse arriba.
Las jugadas de peligro comenzaron a multiplicarse, con varios centros al área, córners alguna jugada aislada por dentro que no conseguía hacer todo el daño preciso a una defensa blanca comandada especialmente por un imperiosos Cabrera.
Una y otra vez lo intentaban los locales, que a partir del minuto 80 se verían con un hombre más sobre el terreno de juego tras la expulsión de Jaime, amonestado con la segunda tarjeta amarilla por simular una caída.
No se rendían ni uno solo de los jugadores del C.D. Mirandés inconformistas hasta el final e indispuestos a perder la racha que acumulan desde el mes de septiembre sin perder ante su afición. Y tanto va el cántaro a la fuente que al final llegó la recompensa, con un protagonista que se está convirtiendo ya en habitual. Corría el minuto 90, apenas segundos antes de que el cuarto árbitro levantase el cartelón del añadido, cuando en una de las muchas aperturas a banda que acumulaba en estos instantes finales el C.D. Mirandés, apuró línea de fondo por la derecha Igor Martínez, centró largo al segundo palo y por allí apareció la bota del pichichi rojillo, Urko Vera, para impulsar casi con la suela de los tacos el balón al fondo de la red y empatar la contienda.
Estallaba la locura una vez más en Anduva con un gol que a punto estuvo de convertirse en dos si el árbitro no hubiera anulado en el minuto 93 el segundo de Urko Vera por fuera de juego.
Al final las tablas dictaron sentencia en Miranda de Ebro que ve cómo su equipo emprende el parón navideño con una racha de siete partidos sin perder, cuatro de ellos con victorias.
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