martes, 6 de mayo de 2014

LA PRENSA BASTARDA

No es bueno generalizar. No se debe hacer, porque desvirtúa una opinión que podría ser válida, si hasta ese momento se ha defendido con un razonamiento objetivo. Así que mi primera afirmación ha de ser que no me refiero a toda la prensa en general cuando la tacho de bastarda.

Estoy hablando, evidentemente, de la prensa deportiva local y regional que (se supone) informa sobre el Real Zaragoza. Más concretamente de los periodistas y no tanto de sus medios, pero me abstendré de decir nombres. No se trata de temor hacia posibles repercusiones, estos periodistas son personas públicas y como tal están sujetas a la crítica o a la aprobación de sus oyentes, lectores o televidentes.

Pero tampoco quiero dejar en evidencia a nadie, en parte porque no es un estilo que me guste, y en parte porque para eso, ellos se lo pintan solos. El aficionado zaragocista lleva ya bastantes años soportando un perfil del periodista medio que deja bastante que desear. Para empezar, hay mucha gente que se sienta delante de un micrófono o ante un teclado que ni siquiera es periodista.

Y es que desde hace tiempo se ha impuesto una nueva clase de información: la opinión. No me parece mal que si se organiza un debate y se invita a contertulios que no pertenecen al medio de comunicación, o que no son periodistas sino aficionados, dichos invitados aporten sus opiniones personales, pero el periodista que conduce el debate no debe ponerse a ese mismo nivel, sino que debe limitarse a ser el moderador, concediendo turnos de palabra y proponiendo temas.

Sin embargo, los periodistas han caído en lo que para su desempeño laboral debería ser un grave error. No se limitan a ofrecer una información tal cual es, sino que se involucran en ella, haciendo juicios de valor o directamente dando su opinión sobre la noticia que están difundiendo. Aún peor es cuando se pierde toda la objetividad al producirse una identificación del periodista con la persona sobre la que están informando. Si un periodista se hace amigo de un futbolista o de un entrenador, ¿sabrá criticarle cuando el deportista lo merezca? La experiencia demuestra que no.

Las redes sociales han supuesto una revolución que los medios de comunicación han aprovechado para hacer llegar su trabajo de otra manera a sus usuarios. Solo era cuestión de tiempo que los periodistas crearan cuentas personales en dichas redes a través de las cuales promocionar su trabajo. Sin embargo, el riesgo es grande cuando un periodista no es capaz de dejar aparcadas las cuestiones personales. El zaragocismo ha sido testigo de humillantes actuaciones de periodistas que, a través de su cuenta de Twitter, han insultado gravemente a aficionados que no estaban de acuerdo con sus opiniones sobre asuntos como la gestión del Real Zaragoza.

Porque no nos engañemos, la prensa zaragocista es bastarda porque ha renegado de sus principios, sin que alcancemos a ver todos sus motivos claramente. Desde la llegada de Agapito Iglesias, el club jugó al “divide y vencerás” con los medios, haciendo partícipe a uno o a dos de ellos de las grandes noticias como los fichajes, y dejando a los demás a oscuras. Al final, hay medios que son críticos con la gestión de Agapito mientras que otros, incluso hoy, siguen defendiéndole y dando la cara por él.

Sin embargo, muy pocos periodistas (no ya medios, esto sería inaudito) han dedicado sus esfuerzos a escarbar en los entresijos de la gestión de Agapito Iglesias, para denunciar públicamente su criminal labor al frente del Real Zaragoza. Se contentan con echarle las culpas de los males deportivos, y ni siquiera con un concurso de acreedores de por medio se han puesto a investigar todo el entramado que Agapito ha diseñado para enriquecerse a costa del club, dejándolo a las puertas de la desaparición.

¿Cuáles son sus motivos para ello? ¿Que si tiran de la manta no solo expondrían sus vergüenzas, sino también las de nombres prominentes de la política aragonesa? ¿Que sus medios se lo impiden para no tener que enfrentar escándalos y posibles demandas? Que luego no nos vengan agitando su independencia en nuestra cara, cuando algunos de ellos se han retratado con los que están trabajando en la destrucción del club celebrando el año nuevo con una copita de cava en la mano.

He dicho que no diré nombres, pero no quiero dejar de lado la guerra que la prensa escrita está librando estos días con la (otra vez, no hay año que falle) la supuesta venta del Real Zaragoza. Mientras uno de los periódicos ensalza a Agapito y defiende que solo le preocupa el bien del club, el otro se alinea con el que ha acabado siendo su rival (un improbable Pitarch, al que el bienestar del zaragocismo le preocupa tanto como al soriano) en un intento por cambiar la imagen que la afición tiene del valenciano. Como si no fueran tal para cual.

Y en esa guerra quien sale perdiendo es el aficionado. Si en lugar de dedicarse a defender a su correspondiente paladín los redactores deportivos de ambos medios hubieran desentrañado las maniobras de Agapito en estos últimos años, a mucha más gente de la grada de la Romareda se le hubiera caído la venda de los ojos, y tal vez hace tiempo que habríamos echado de aquí a Agapito. En lugar de eso, se dedican a la desinformación, como los demás a los que me estoy refiriendo.

Solo alguien que no es un profesional puede dar como noticia relativa a la venta del Real Zaragoza un rumor que ha leído en una red social, que a su vez ha sido extraído de un foro, donde lo ha escrito alguien anónimo que afirma conocer a alguien que conoce a alguien que conoce a uno que ha oído que la venta está en marcha, y que el comprador viene de algún país exótico. Solo alguien que no es profesional acaba basando su trabajo periodístico en las opiniones de sus amigos y en las lecturas que va encontrando en diversos lugares de internet.

Eso es desinformación, y por eso estos periodistas conforman la prensa bastarda. La que decide que la verdad no puede arruinarles un buen titular, la que cree que su opinión es la verdad absoluta, y no duda en insultar si hace falta a quien no la comparte. Por desgracia, esta clase de periodista abunda en la prensa deportiva zaragocista. Y el aficionado es quien lo paga.

Me desdigo en mi último párrafo, sí que diré nombres, uno al menos. Pero de periodistas que sí procuran ejercer su profesión por encima de todo. Es muy difícil estar siempre a la altura del ideal de periodismo expuesto anteriormente, durante toda una carrera, pero ellos lo han conseguido habitualmente. El caso más curioso de todos es el de Eduardo Bayona, que sin ser periodista deportivo es el que más chanchullos de Agapito ha sacado, y sigue sacando, a la luz. Estos periodistas son la vergüenza de la prensa bastarda, y nuestra tabla de salvación.

Por Alfonso Félez 

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