A mí, y a muchos, aún nos dura el enfado cada vez que
pensamos en el final del partido del sábado.
Cuando el partido del Real Zaragoza estaba ya en el
descuento, mi hija pequeña quería salir a dar una vuelta, la mandé a por la
chaqueta, ya casi había terminado. Ahí estaba yo de pie, delante de la tele,
desde hacía ya muchos minutos, como intentando “empujar” hacia delante a los
nuestros. Temblando cada vez que los naranjas se acercaban a nuestra portería,
no sé si era presentimiento o simplemente un “seveíavenir”…
Todos sabemos como pasó y como acabó.
Todos sabemos como pasó y como acabó.
Al terminar el partido me fui a la calle, con un fuerte
dolor de cabeza que no se me ha pasado del todo.
Yo suelo decir, que “a veces no es lo que te dicen,
sino , como se dicen las cosas”, pues aquí casi es lo mismo. “No es lo que pasa, sino como se consigue”, un empate puede ser dulce o amargo, dependiendo como se ha logrado, y después de estar ganando fuera, contra 10 , que te empaten en el descuento y al siguiente partido, tras ganar 2-0 dejarse empatar de nuevo en el descuento y de penalti injusto ya raya los límites de la crueldad futbolística. Pero parece que los zaragocistas hemos nacido para sufrir, sufrir a Agapito, a los entrenadores resultadistas, a los jugadores que se ponen nerviosos cuando están cerca del objetivo y a los errores arbitrales
Aquí, por suerte, están preocupados por lo suyo y a mí me dejan vivir tranquilo, alguna ventaja tiene estar en divisiones diferentes. Aparte que esta semana , como en todos los rincones del mundo el poder del “pensamiento único” el “barsamadridismo” al que nos han llevado los medios han invadido las conversaciones futbolísticas, lo cual hace que me miren raro cuando empiezan a hablar de penaltis y cosas varias del llamado “clásico” y yo les digo que no lo vi.
Me miran como un bicho raro, muchos que dicen no ser de ninguno de los dos de siempre, están extrañados de que me perdiese el famoso partido, no acaban de entender lo que ya he dicho más de una vez y no me importa repetirlo, a mí no me gusta el fútbol, me gusta el Real Zaragoza, no me importa otro equipo, ni de primera ni de segunda, a no ser que el resultado de este afecte al mío.
Me miran como un bicho raro, muchos que dicen no ser de ninguno de los dos de siempre, están extrañados de que me perdiese el famoso partido, no acaban de entender lo que ya he dicho más de una vez y no me importa repetirlo, a mí no me gusta el fútbol, me gusta el Real Zaragoza, no me importa otro equipo, ni de primera ni de segunda, a no ser que el resultado de este afecte al mío.
Y aquí seguimos mi enfado y yo, en tierra comanche.
No seré zaragozano, zaragocista el primero